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Dalmacio Velez Sarsfield vs iPhone 11 Pro Max

Hoy en el año 2020, sumergidos en una pandemia histórica, que quedará marcada en los libros como aquella que le dió un respiro a la naturaleza.

Aún en el sector jurídico, nos resistimos al perfil de aquél, inicial legislador, quien no solo contaba con una mente revolucionaria, sino incluso se permitía recibir en su justa medida la permeabilidad necesaria para adicionar conceptos y soluciones jurídicas de otras tierras y mares, para una población que aquí se proyectaba.

Ahora bien, analizando la vinculación que pudieran tener Dalmacio Velez Sarsfield y un iPhone 11 Pro Max (raro, ¿no?), deberíamos decir que aquello que los une es el “contexto de vulnerbilidad tecnológica”.

Y es así, como analizando el grado de vulnerabilidad educativo en dicha época, ya que en el 1869, alcanzaba la ciudadanía un 77,4% de analfabetismo, y por ende, inaccesibilidad a la tecnología escritural respecto de los dispositivos de última generación de otrora, como la pluma, la tinta, y el papel.

Haciendo un paralelismo contextual entre ciudadanía y tecnología, deberíamos decir que una pluma, tinta y un trozo de papel, era tan o menos accesibles para la ciudadanía que hoy un iPhone 11 Pro Max.

Por ello, la pluma y el papel de antes, son el smartphone de hoy, la tinta los bits, los datos de transmisión el correo de ayer, todo ello en un mismo dispositivo, pero algo no ha cambiado, y eso es el uso del impulso muscular, aquél que movía y mueve la mano, y hoy que da el ok!, estampa un emoticón, pulsa interminables clicks, o que incluso mueve los músculos de la garganta para entonar un si.

En consecuencia, luce más aventurado Dalmacio Velez Sarsfield en innovación tecnológica, (y no creo estar errado, porque en su perfil lo describen como “un aventajado estudioso de las matemáticas”), que muchos que aún hoy ponen en duda los consentimientos musculares de los ciudadanos argentinos, creyéndolos analfabetos digitales, o peor aún creando corralitos legislativos digitales de analfabetización forzada.

Por ello, de ahora en más no solo deberíamos invocar solo la voluntad del legislador, sino el perfil y cultura innovativo de este.

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